UN
SUEÑO HECHO REALIDAD
EL CICLO AZUL es una reforestación productiva en
terrenos que eran de uso agrícola. En estas
colinas había milpas. Todo aquí nació de un sueño.
Todo fue creado.
En 1983, en sociedad con un amigo, plantamos los
primeros arbolitos de Navidad y ocho años después,
en 1991, el rancho abrió sus puertas con el nombre
de El Ciclo Verde.
Nuestro socio se encargó de cultivar los árboles y
nosotros de construir caminos y edificaciones
rústicas, crear una identidad corporativa con
diseños y textos propios y
de
la comercialización de la cosecha bajo
la modalidad escoja y corte, con un
esquema de
operación familiar que temporada tras temporada
fuimos mejorando. En los años siguientes El Ciclo
Verde recibió premios y reconocimientos por su
liderazgo silvícola y campañas de difusión de los
beneficios que a nuestra gente, suelo y aire
generan las plantaciones de árboles de Navidad.
Con el tiempo, lo que nació de un sueño se
convirtió en una tradición navideña en la región y
quienes habían escogido y cortado un arbolito
siendo niños, crecieron y llevaron a sus propios
hijos a escoger y cortar el suyo. Cuando vimos a
nuestros nietos cortar su arbolito, quienes
treinta años antes habíamos soñado y creado un
lugar de convivencia familiar excepcional,
comprendimos que había llegado el tiempo de dejar
soñar a una nueva generación.
TODO LO VERDE NACIO DEL AZUL
Así, en 2015 El Ciclo Verde dejó de existir, el
predio que ocupaba fue partido en dos y en la
mitad más cercana a Xalapa nació EL CICLO AZUL, un
sueño de verdor renovado que apunta más al cielo
al tiempo que intenta preservar
íntegramente el espíritu, ambiente y
tradiciones de El Ciclo Verde, en
instalaciones de calidad superior.
EL CICLO AZUL es un cambio de
color producto de la experiencia y de la
conciencia de que todo lo verde nació del azul.
Azul cielo, azul de Dios, azul lluvia, azul rocío,
azul gota cristalina que humedece la colina
buscando el azul del río. Azul reverdecedor del
arbolito que anhela, en alguna Nochebuena dar al
belén su color. Azul de la Navidad, de acalocote
de olor, de villancico y esfera. Azul de la
intimidad de un sueño que persevera, azul que
es... lo que nos queda cuando lo verde se va.
ESCOGER Y CORTAR ES UN PRIVILEGIO
Escoger y cortar su propio arbolito de Navidad es
una hermosa tradición europea que muy pocos
mexicanos tienen el privilegio de disfrutar.
Quienes amamos este rancho nos esforzamos para que
esta experiencia sea tan agradable para cada
familia, que todos la recuerden con una sonrisa
cuando la Navidad haya pasado.
EL
BOSQUE ES UN RECURSO RENOVABLE
Cada año resembramos miles de arbolitos,
incluyendo los que se perdieron por razones
naturales y los que fueron cosechados, pues los
arbolitos que se cortan no se regeneran; cada
primavera extraemos el tocón que quedó donde un
arbolito fue cortado y cuando llegan las lluvias,
en el mismo lugar resembramos uno nuevo que
tardará de cinco a ocho años en alcanzar un metro
con ochenta centímetros, que es la altura estándar
de nuestros arbolitos de Navidad.
Por su topografía y latitud, México es un país de
vocación silvícola, en el que durante muchos años
se depredaron los bosques, lo que llevó a crear
una animadversión hacia todo aprovechamiento
forestal, al grado que se preferían los arbolitos
hechos de plástico (es decir, de petróleo, un
recurso no renovable) a los naturales.
Afortunadamente, en las últimas décadas la
educación y la conciencia ecológica han aumentado
y cada vez más y más familias prefieren los
arbolitos naturales, porque saben que al hacerlo
contribuyen a mejorar el cielo, aire, agua y suelo
de nuestro planeta, pues una plantación de árboles
de Navidad ofrece a nuestro ecosistema los
beneficios de cualquier otro bosque.
Y si el arbolito es cultivado en México,
doblemente bueno, porque además de a mejorar el
ecosistema de nuestro planeta, también contribuye
al bienestar de los campesinos mexicanos que lo
han cuidado y podado amorosamente durante largos
años.
ESCOGER
Y CORTAR SU ARBOLITO, ES UN PRIVILEGIO PARA
SU FAMILA.
QUE SU FAMILIA
CELEBRE LA NAVIDAD EN TORNO A UNO DE
NUESTROS ARBOLITOS, ES UN HONOR PARA
NOSOTROS.
María Luisa y
José López del Puerto
|
|